jueves, 15 de diciembre de 2016

David González

David González


En la dermis del planeta
diluvios envuelven
la periferia
con sudor publicitario.
Mis amigos se incineran
en adjetivos imposibles
ofrendando óseas realidades.
Sus tardíos juramentos
son candelabros
alumbrando
los pliegues del insomnio
en el placard encefálico
que cargamos
arriba de los hombros.


desprendimientos de paisajes
 se estiran en velocidad los piquillines
  andrajos de nylon
  colgando de sus espinas
   apertura indómita de cielo
    el horizonte se hace música
     la distancias aparentes
      son una invención del hombre.




Goya no dibujaría
los perros gordos del miedo
ni nuestra pérfida ceguera,
únicamente el poema
parece intuirlo.



mi antena fluídica
baja poemas de los cielos
mi perra los destroza
como bolsas de basura


desparramadas palabras
que nadie leerá


pulsaciones
no adaptables al medio
han de perecer


titánica labor la del perpetuarse.



el cartón
amarga mi perspectiva


la piel
se siente ajena
al hueso


todo tiene mas de un sentido


conjeturación;


los sin nombres
viven tras los espejos.

(c) David González
Viedma
Provincia de Río Negro

David González (1979) es un poeta argentino. Vive en Viedma (Provincia de Río Negro), en la Patagonia argentina.
Publica textos y poesía en publicaciones literarias, suplementos culturales y páginas webs culturales y poéticas de Latinoamérica y España.
Sube material de su autoría en el blog www.fragmentario.blogspot.es
Editó la plaquette de poesía  “11” (ediciones de La Mariposa y La Iguana) en el año 2016.



































Federico Spolianzky

Federico Spolianzky


Debería ser costumbre aplaudir al atardecer, al encenderse una marquesina, caminar respetando el paso del buey, no estropear la decadencia.

Abarca la historia: Sansón, Atila, María Estuardo, un grano de choclo en el desagüe.
You es estar cerca o lejos cuando se abre la boca, me gusta la palabra boca. You, vos, usted, dejar al viento un camino entre los ojales, un camino a la medida de un viento corto entre los dos. You podría ser la soledad del Báltico, una altiplanicie, you podría ser la soledad del Báltico, una altiplanicie donde hablar.


Toma la ballesta sin saber qué es la caza, es bailarín. Escondido en un palco observo cómo organiza un bosque sobre el escenario. Un bosque no es territorio mudo, es un puente colgante sobre el dosel de los árboles, una cerda sobre el labio, un colmillo en el mentón. Las zapatillas de baile se hacen oír sobre el caucho, embiste la espada, touché, solo es baile si es bongó. Una luciérnaga cosida en las puntas trae luz a una madriguera que jamás se hubiera podido vislumbrar. El bailarín cierra el acto rodeando el lago, ya no estoy reclinado, ahora soy un eucalipto, dejo que me parasite.

    
La melancolía se alimenta de las sobras de una lata de anchoas, los restos de una anchoa que puedan encontrarse en una bota.

En tierras de colonia y hugonotes, los dueños y criados salen a ventilarse en vísperas de calor, baldean los pisos con agua y jabón en pan. Tienden las sábanas en patios y baldíos, si escasean los broches usan cordones y hebillas. Bailan, patinan sobre losetas de piedra hasta la fanfarria, no es borrachera, es un trance que desconoce la hambruna, la vida en feriado, ebrios en azafrán.


Es una síntesis decir amor, te amo, azalea versus lila, preguntarse: ¿qué nos diferencia? ¿en dónde se encuentra el pensamiento de una azalea con el de una lila?; donde hay orangután ¿no hay hombre? ¿no hay piel de hombre y azalea, lila de hombre, magia y hacer?


El anonimato de los elefantes, de un viejo pintor, de una cachetada, ha sido una vida de íconos sin dios. Así de anónima apareció su mirada bajo la lámpara de querosén, los campos de girasol en las patillas, la expresión de tristeza irreparable, la paciencia.


Espero un momento de gracia, una línea ocupada, una duda patrón.


Siempre hay algo encerrado en la boca, tres patos pasan a caballo por donde camino y yo encierro con mi cámara la mirada de un mono, la piedra que le cae encima.


                                                        --------------------


Siempre que entro en detalles lo hago mal, son pocos centímetros los que se me escapan, así y todo leo un papel, a nadie le importa si es amarillo. Los colores dependen de un banco, una superficie. Esta paradoja los mantiene vivos: los colores mueren de hambre pensando, el gobierno del color puede ser infinito y yo, sin la audacia del color, escribo.

Amarillo me satisface, como me satisface el viento cuando pega en mi cara, en los rasgos míos que se endurecen, son una voz dura y estéril, no por eso dejan de ser míos, hablo de ellos en tercera persona, no los puedo ver desde donde estoy, hablo de ellos.

fragmentos del libro Duda Patrón (Alción Editora)

(c) Federico Spolianzky
Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Federico Spoliansky nació en Buenos Aires en 1970. Es escritor, director, musicógrafo. Hizo un Master en Cine en Inglaterra (London Film School & London Metropolitan University). Es Licenciado en Psicología (Universidad de Buenos Aires). Recibió el Primer Premio Nacional Iniciación de Poesía, Ministerio de Cultura de la Nación (Bienio 1991-1992). Publicó Duda Patrón (Poesía, Alción Editora, 2010), El Agujero (Cuentos, Ediciones Florida Blanca, 1995). Ha dictado clases sobre ópera y literatura en la Biblioteca Nacional, AMIA, la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes.























domingo, 10 de julio de 2016

Eugenia Toledo Renner

Eugenia Toledo Renner


Encuentro

Caminaremos para entrar en esa parte del mundo / el pasado

escuchando el silencio que irrumpe en estruendo

deslizante suave torrente / limpio de desechos

caminaremos buscando "cierto perdido paraíso"

ondas de hojas cristalinas / absorbidas por ojos y ojos de otros

que parecen ángeles nadando en el aire / fosforescentes

insinuación de viento / visible e invisible

una sombra / y una arruga sobre el agua somos

y el espejo que nos retiene

inconfundible / ahí mismo lo encontramos




El país de las puertas


Qué llaves usar para el cerrojo, para abrir la puerta de la casa que parece papel de acuarela. No es una puerta, son muchas, una tras otra, como páginas de un libro viejo.
He llegado al país de las puertas y las he golpeado suavemente para dar voz a sus ecos. Pequeños toques para no herir la madera que envejece y la pintura que cae pared abajo, mientras los pequeños golpes retumban adentro. Casas de resonancia son las que visito. Se ven como si hablaran, pero nadie responde.
¿Qué ocupa el lugar de los habitantes en las casas vacías? me pregunto. Sumo, resto. Pienso que con el tiempo a lo mejor será necesario romper las puertas concienzudamente y ver lo que hay adentro. Y aun así estas cajas chinas ocultarán cosas que no se dicen, se resistirán a las escobas y a la luz de las ventanas.
Mientras tanto, por más que pretenda saber, nunca sabré absolutamente nada de sus secretos bajo candado.

Corazón lento en sus rieles


Dicen que según pasan los días las cosas se quedan atrás. Mala noticia para los que coleccionan, porque las cosas se deforman con el tiempo. Cambian. Nada es igual a ayer, porque es hoy. Los dolores que van y vienen, el reloj que se echó a perder, la máquina que ya no funciona, los retazos de los géneros que llegaron a ser un mantel, y lució en su mesa; los canutos con hilos enredados; las agujas con sus ojos por los que ya nunca pasó un camello, mucho menos un rico; la manivela que ya nadie usa, la gata curiosa y metete, la ciudad desde la ventana y la vida no nueva afuera. Pasa la memoria. Todo debe ser mirado desde abajo, desde el humus y bajo techo desde donde escuchamos el chapoteo del corazón, un tren lento en sus rieles. Y la lluvia. No olvidemos la lluvia. Y la Virgen en la gruta del cerro que está muy vieja.

Lo perdido

Fui al lugar de las cosas perdidas y las encontradas

<loss and found> que le llaman en inglés,

estaba en un aeropuerto de mi país; fui a preguntar

por si se encontraran, le dije al empleado, mis maletas.

¡Qué no he perdido! Agregué mientras él tomaba nota.

He perdido mucho tiempo y lo quiero recuperar

Acaso si encuentra los años perdidos, llame a este fono

No me importa si encuentran mis errores, no los quiero

Tampoco me interesan las celebraciones perdidas

Clases que nunca tomé, tareas que no alcancé a entregar

Los amigos buenos perdidos, esos los quiero de vuelta

Es irreversible, pero no van a encontrar mis dolores de cabeza

nadie me devolverá los días y los meses enferma

tampoco las cosas inútiles y no apreciadas por los demás

los episodios y las molestias que llevan a la nada

ni tus palabras que se llevó el viento al sur o al norte

porque fuiste lo que nunca se supo.

Eso sí quiero ahora lo que perderé mañana,

porque estoy perdiendo la memoria.

Todo lo que he perdido no hay lugar donde quepa.

En realidad, su oficina es muy chica,

Le estoy pidiendo mucho, le dije, si

hasta perdí una tía que, según se comentaba, perdió el tren.

Pero por ahora al menos busque mis maletas, por favor.

No las perdí yo, fueron ustedes. Y llame a este fono: 935-2230

(c) Eugenia Toledo Renner

Temuco
Chile

Eugenia Toledo Renner, nació en Temuco, Araucanía, Chile.

Profesora de Castellano, Universidad Católica, sede Temuco.

Magister en Literatura Hispanoamericana y Doctora en Literatura

Española del Renacimiento, Universidad de Washington, Seattle,

USA. Comenzó a enseñar en Talleres de Escritura desde el año

2005, en la Richard Hugo House en Seattle. Ganó varios

premios en Estados Unidos por sus trabajos poéticos. Tiene un

extenso estudio sobre la "Poesía de Fray Luis de León" y cinco

libros de poesía publicados. Dos libros digitales, el último "Aguas

Inarticuladas" sobre la Patagonia Chilena. Eugenia ha editado varios

textos además y ha sido publicada en revistas de varios países.

Pertenece a la Organización Partners of the Americas Chile/USA y

la Asociación Internacional de Literatura y Cultura Femenina

Hispánica,USA. Actualmente reside en su ciudad natal.























































































No las perdí yo, fueron ustedes. Y llame a este fono: 935-2230

domingo, 12 de junio de 2016

María Patricia Orellana


María Patricia Orellana

Llovizna

En la sinfonía húmeda

de alfabetos goteados,

un cerúleo címbalo

de cirrocúmulos nimbados,

desgarrando abalorios

de un tarareo metálico.




a un Diente de León

Deshacer

un nudo

en el ombligo

de un sortilegio

amarillo,

volar,

desde el pétalo

estremecido

de su cautiverio

diluirme,

frágil y liviana

en la espora

desenfadada

de una sonrisa

evaporada

en el viento.



Sombra



Una cúbica luz,

confabula y perfora

su herida andrógina

bajo la oscura

cicatriz de mi sombra,

su verbo de gemidos

impalpables

esconde diminutos

arabescos

bajo un punto de inflexión

desde donde crezco

y desaparezco.

(c)Pattiorella

Ecuador
acerca de la autora


Mi nombre es María Patricia Orellana, PATTIORELLA es la fusión de mi nombre y apellido que lo uso como seudónimo desde siempre para mi trabajo Poético.
Nací en Santa Ana de los Cuatro Rios de Cuenca de Ecuador.
Tengo un bachillerato en Ciencias Sociales. Posterior a éste una carrera corta en Secretariado Bilingüe, Dos años de Psicología clínica en la Universidad a distancia de Loja. Además un curso en restauración de Arte.
He publicado 3 libros "Vivo y Vibro" 2007, "Poesía Noche y Día" 2008 y "Estado Liquido 1" 2011 "Estado Líquido 2" en el 2013. Todas ellos con Auspicio económico propio, con un tiraje mínimo.
He colaborado con mi trabajo en algunas Revistas literarias de Perú, de Ecuador y de México. Además he escrito "100 Dias" relatos de un psiquiátrico en donde trabajé como voluntaria. "Bah" que son relatos autobiográficos con prosa poética y "Las Cúpulas" en vilo de una publicación con Ludw/Editores y trabajo en la participación de una antología de Poetas Independientes de mi pais. Ecuador.
 
 

domingo, 8 de mayo de 2016

Rodrigo Verdugo Pizarro

Rodrigo Verdugo Pizarro


CUARENTAYTRESAVO ANUNCIO

 

A mi Hermana Teresa Verdugo Pizarro

"Ahora deseas la luz debajo de la sombra, una isla en tu pelo

Donde habite la angustia"

Antonio Campaña

 

 

Golpeas con furia a los caballos,

Quieres que el carruaje corra,

Quieres que los caballos se desboquen.

Te abandonará la sal una noche

Y llamarás a tus esclavos.

Tu placer ya no cabe en el mar

Y mandas a degollar a tus esclavos.

Te ves envejecer

Te remuerdes por el asilo que te negaron tus propias chispas

Siempre dios está de espaldas al fuego

Algunas tempestades son amarillas

No intentes rejuvenecerte en ellas

No hay como detener a los caballos desbocados.

Estas de espaldas al mar esta noche

Porque todos tus esclavos están muertos.

Yo se que quieres que los depositarios te busquen con ojos de chispas

O que la sal se vuelva una ciudad enterrada

Yo se que de pronto destruyes la casa de tus padres

Y les propones que se vayan a vivir a la ciudad de sal que ordenaste construir

Reflujo a reflujo, excediendo la confianza de la sal,

Poniendo piedras en la injusticia angelical de los fragmentos

Poniendo espejos en la enemistad de las extensiones

Alguien con ojos de chispas te busca

Tal vez quiere llevarte del brazo al asilo

Cada ola, cada golpe en la roca,

Es el látigo sobre un caballo o es el látigo sobre un esclavo más

Es el látigo a veces sobre tu propio cuerpo o sobre otros cuerpos,

Y cuerpos, y más cuerpos, oh llamas sin altar, sin llegar a la clave de la germinación

¿Cómo hiciste para que levantaran esa ciudad?

Muéstrame los planos,

No me vas a decir que gracias a las piedras y a los espejos la nada logra perdonarnos

Eras niña todavía,

A un pájaro le mostraste la sombra del tiempo

Estaba todavía la enemistad de las extensiones, la injusticia angelical de los fragmentos

Cual vacio de piedra que domina a los espejos



Cada ola se remuerde una más que la otra

Los ángeles soplan, justamente para que eso sea olvidado

Las heridas se rebelan contra el mar,

¿Y de que valen los soplos, entonces?

A una herida le adeudas no lo soñado



De que valdrían esos soplos si aparece uno de esos esclavos declarándote su amor

Recordándote que estas aferrada a un solo árbol

Tú lo niegas, lo expulsas,

Por exceder la confianza de la sal

Lo quieres lejos de la servidumbre,

Relegado a los establos,

A las cocinas donde dejan grandes trenzas de ajos, grandes trenzas de longanizas

Y es verdad, tú estás aferrada a un solo árbol

Cual pedestal para el vuelo rebalsado del pájaro que vio la sombra del tiempo



Tú te maquillas a la luz de los relámpagos

De aquella tempestad que se ha tragado todas las empuñaduras

Quédate sentada en la arena

Tus muslos han llevado esa salpicadura entre ángel y demonio

Remuérdete, los cuerpos son llamas sin altares

Participa en todos ellos la injusticia angelical de los fragmentos

Álzate del turbio anhelo

¿Hay realmente algún árbol que haya sido único para la sangre?

Quien camina muy temprano por la arena

Tiene la claridad suficiente como para ordenar construir una ciudad de sal

Y atreverse a que sus padres vivan allí

Tú te sabias abandonada,

Confinada al desvarío de plata de los adolescentes

Todo ha cambiado, has crecido, no hay realmente un árbol que haya sido único para la sangre,

Tte han soltado de la mano, corres hacia el mar, igual que esa luz que viene a liberar las lámparas,

Rebalsas el vuelo que ningún pájaro pudo rebalsar,

Las heridas se revelan por no poder manar la sangre del descubrimiento,

Los huesos se vacían de todo ángel ebrio, infiernos y paraísos soportando un solo anillo,

Una tempestad amarilla guardándote de la vejez,

Los caballos muerden y se llevan y destruyen los planos de esa ciudad de sal,

Y entonces cae, y es una ciudad enterrada, pero no te importa,

A ti solo te place que siempre haya un ama, una única ama, y un solo látigo, un rayo pidiendo otros

filos,

Pero no, los planos de esa ciudad de sal que mandaste a construir,

No fueron destruidos por el hocico de los caballos,

Fueron alcanzados por una chispa, y ardieron todos en una pira, porque tú te descuidaste,

Te descuidaste porque estabas maquillándote a la luz de los relámpagos, te encerraste en una piedra

Para que tu belleza declarará la sangre del descubrimiento ante las cuajadas potencias del mediodía

A la espera de quien instaurara el orden en esa ciudad de sal, se tardó demasiado, se tardó siglos y

siglos,

Estaba en la batalla de los depositarios, esa batalla que libran al fondo de la luz o al fondo del fuego,

Hilvanando el desvarío de plata de los adolescentes a las llamas sin altar,

Tú te quedaste en la consumación solitaria, en el turbio anhelo,

Y eso se estampó en cada relámpago para la envidia de las serpientes que acechan en los establos

Que se esconden entre trenzas de longanizas y los falos de los esclavos muertos

Aùn para tu pesar, o para el pesar de tus antecesores, y antecesoras, y entre todas ellas, ella ,

¿La recuerdas? el sol salió de noche cuando la decapitaron,

Las norias hicieron subir venenos constelados,

Las armerías cerraron indefinidamente

De ella no has vuelto a hablar, encerrada en la piedra,

Tú que sabes expulsar, tú que siempre estas de espaldas,

Tú que si ves alguna chispa mandas a exterminarla, no temes acaso por quienes van en el carruaje,

No temes que el carruaje vaya a dar al precipicio,

No temes al sentarte en la arena y al apretar los muslos por el caracol que hiela los augurios,

No temes que las criadas al almorzar esas trenzas de longanizas encuentren el falo de alguno de esos

esclavos,

Esperas que la sal se vuelva una ciudad en plena superficie, que sus planos se reconstituyan,

Que emerja con la ayuda del hocico de los caballos

Y que alguien con ojos de chispas quiera llevarte del brazo de vuelta a la casa,

Con èl es con quien finalmente te quedaras, el mismo depositario de ojos de chispas,

Sé que lo golpearas y él será sumiso, alguna vez fue tu esclavo,

Fue el adolescente, fue el pájaro, fue el árbol, fue la serpiente, fue el caballo, fue el cochero,

Ahora eras tú la que le pedía con clemencia otros filos al rayo,

Si el cochero con ojos de chispas, que no miras a los ojos,

Esta noche te maquillas no a luz de los relámpagos, sino a la sombra del tiempo,

Escuchas a un pájaro cantar, como si viniera del fondo de la luz o del fondo del fuego, para cantarte
solo a ti,

Un ángel ebrio vuelve a atesorar tus huesos,

Batallen por mi dices al fondo de la luz y al fondo del fuego,

¿Para que el esclavo me declaro su amor, si no hay árbol único para la sangre?

¿Para que el adolescente se confino a su desvarío de plata, si los cuerpos son llamas sin altares?

¿Para que los caballos miraron al cochero con ojos de chispas si las serpientes son látigos que

golpean en las olas?

Mejor es que estés de espaldas a todo eso, ya no quieres toda esa sumisión es solo sal,

Y ya nada más puede confirmar la sal en una mujer.

(c) Rodrigo Verdugo Pizarro
Santiago de Chile

Rodrigo Verdugo Pizarro: Nace en Santiago de Chile el 9 de enero de 1977. Se inicio en el taller de poesía "Isla Negra" dirigido por el poeta Edmundo Herrera desde 1992 hasta 1996 en la SECH. Coeditor y articulista de la Revista Derrame, Sub Director de Ediciones Derrame, Coeditor de la Revista Labios Menores, Sub director de la Revista Rayentru. Su obra ha sido publicada en revistas y antologias nacionales y extranjeras siendo traducida parcialmente al: Ingles, Francés, Italiano, Portugués, Polaco, Árabe, Uzbeko, Rumano, Bulgaro y Catalán. Así mismo su trabajo aparece en las pagina web "Viu la Poesía" (España), a cargo del grupo "Pocio, poesía y educación" de la Universidad de Barcelona, a cargo de la catedrática Gloria Bordons. En 2002 pública su primer libro "Nudos Velados" Ed Derrame (prologo de Roberto Yáñez e ilustraciones de Aldo Alcota). En 2005 participa en la exposición colectiva "Derrame Cono Sur o el viaje de los argonautas" en la Fundación Eugenio Granell (Santiago de Compostela, España), y obtiene el primer lugar en el concurso "Alas de Poesía" organizado por la asociación "Amigos de la Poesía" (Monterrey, México). Tambien participa en las VI Jornadas Interrnacionales "Imágenes del cine", organizadas por el Instituto de Artes del Espectàculo de la Universidad de Buenos Aires, bajo la direcciòn de la catedrática Sylvia Valdès, en el Archivo General de la Naciòn (Buenos Aires, Argentina). En 2008 participa junto a los poetas Rodrigo Hernández Piceros y Marcela Albornoz Dachelet en la edición del libro "Ídem" del poeta Armando Uribe, Coedición Ediciones Derrame- Editorial Universidad de Talca, y participa en la exposición internacional de surrealismo "O reverso do olhar", en la Casa de la cultura de Coimbra, (Coimbra, Portugal). En 2009 participa en la exposición internacional de surrealismo "Iluminacoes Descontinuas", en el Convento de San José, (Lagoa, Portugal), y es invitado a la XIX versión del Festival Internacional de Poesía de Medellín, (Medellín, Colombia). En 2010 Participa en la muestra "Bicente Chile, BCN", Muestra poètica Chile- Barcelona, en el Centro Cívico Convent de San Agusti, (Barcelona, España). En 2011 participa en la exposicion colectiva "El inverso del universo, homenaje a los cien años de Roberto Matta", organizada por la Fundacion Itau. En 2014 participa en la exposición internacional de surrealismo "Vune Koridy", en la galería Student de la Universidad de Ostrava (Ostrava, Repùblica Checa), y publica su segundo libro "Ventanas Quebradas", (prologo de Lorenzo Peirano), Olga Cartonera. En 2016 participa en la exposicion internacional de surrealismo "Las llaves del deseo", organizada por la Fundaciòn Camaleonart (Cartago, Costa Rica), Actualmente dirige el taller literario "Joan Brossa" del Centre Català. Mantiene inéditos los libros "Anuncio", proximo a publicarse en Francia por ediciones "La Voix Des Autres, Collection Danger poesie", y en Chile por Libros del pez espiral, y "Transmisiòn debajo de las piedras".




martes, 26 de abril de 2016

Araceli Otamendi



Dignidad



El eje que construye la ignorancia


¿es tu realidad? no la mía,


podría hablar y decir que la luna es azul

y que el amor es efímero y rosa, azul y verde, tal vez

blanco, no sé

prefiero hablar de la realidad

¿cuál? ¿cuál? oigo la pregunta, intuyo, pienso

tu realidad, mi realidad,

el eje que construye la ignorancia no puede ser mi realidad.

 


 



 
¿cómo llegué hasta ahí?

El viento puede mover

el cubo de cristal a su antojo

Lejano, el río,

subimos hacia la cumbre de la verdad

Es de día, hay mucha luz ahí arriba

No voy sola en el camino atípico

Hay palabras que acompañan

fuerza inaudita

este viaje veloz hacia lo alto

Buscaba una palabra: dignidad

(c) Araceli Otamendi

 

 
Araceli Otamendi nació en Quilmes, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Vive en la ciudad de Buenos Aires desde hace mucho tiempo. Se graduó en Análisis de Sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional, profesión que ejerció durante varios años. Es escritora y periodista. En 1994 ganó el Premio Fundación El Libro -Edenor en el marco de la XX Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, por su novela policial Pájaros debajo de la piel y cerveza. En 2000 publicó su antología Imágenes de New York, una mirada hispanoamericana, presentada en el Centro Español Rey Juan Carlos I, New York University, en la ciudad de New York. También ha publicado la novela policial Extraños en la noche de Iemanjá, en e.book, en la editorial de la revista Aurora Boreal (Dinamarca).

Ha traducido al español cuentos y ensayos de varias escritoras brasileñas.

Cuentos, ensayos, poemas, crónicas y entrevistas han sido publicadas en diversos periódicos, revistas y sitios web. Fundó, dirige y edita desde el 2002 y en forma ininterrumpida las revistas digitales cultura Archivos del Sur y Barco de papel (infantil).

domingo, 10 de abril de 2016

Juan Ramón Ortiz Galeano

Juan Ramón Ortiz Galeano


Dioses dietéticos


mi niño muere en la playa partido por un rayo
y yo tengo un Dólar de plata atravesado en las piernas
con todo el ímpetu necesario para callarme;
tijeras, cremas, fragancias,
tabaco ya no son útiles,
nada alcanza porque nada resucita,
ni el encendedor dorado que arrojé contra la biblioteca
torciendo la tapa de su fuego ahora muerto,
caído entre revistas y dioses edulcorantes

enfoco mi vista hacia la costa nuevamente:
un enjambre de ángeles rubios, inverosímiles e imbéciles
arropa el alma de mi niño con prendas de moda
llevándolo entre mieles y almíbar
curan a mi niño
arropan a mi niño
abrazan a mi niño
elevan a mi niño montando un rayo

(c) Juan Ramón Ortiz Galeano
La Plata
Provincia de Buenos Aires
República Argentina



(De "Arrebatos del Epígrafo")

[El 9 de enero de 2014, por la tarde, un rayo cayó en Villa Gesell y produjo la muerte de cuatro jóvenes: Nicolás Ellena(19), de Junín; Agustín Irustía (17), de San Luis; Gabriel Rodríguez (20), de Henderson; Priscila Ochoa (16), de San Luis. Escuché la terrible noticia de manera incompleta por radio AM, en mi departamento de La Plata; percibí que un niño pudo morir en el accidente y escribí este poema en forma inmediata, guiado por un profundo sentimiento de injusticia, bronca e impotencia. Murieron cuatro niños, lo eran de sus padres. Todos lo somos. Un rayo nos trae, un rayo nos lleva: ¿acorde o contradictoria Divinidad?]




Juan Ramón Ortiz Galeano. Poeta y narrador argentino nacido en Buenos Aires (1975). Tiene estudios de Derecho (Universidad Nacional de La Plata). Obtuvo distinciones en numerosos concursos literarios y sus textos fueron incluidos en diversas antologías impresas, bitácoras literarias
y revistas culturales.

www.juanramonortizgaleano.blogspot.com // @OrtizGaleano